En la iglesia

«el Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblen» (Sl 144, 13-14).
Ahora nuestros corazones heridos pueden conocer nuevas caricias, reciben nuevas y desconocidas atenciones, son calentados por un nuevo amor. Porque la Iglesia nos ha dicho que nos quiere, que aprueba lo que hacemos, que nos empuja a continuar, nos agradece lo poco que hemos hecho y «pone en el banco» nuestros sufrimientos para pagarnos al final del año los intereses con algo bueno que nos sirve para seguir adelante… aunque sea poco.

 

 

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