Los pobres y excluidos

La dimensión de la atención pastoral de las «periferias» de la existencia siempre fue uno de los puntos cruciales de nuestra vocación cristiana hasta en la descripción carismatica  de la Fraternidad,   el término Plaza se ha identificado siempre con la «Calle». Nuestra vida religiosa comienza y encuentra su significado y su razón de existir sólo en el ejercicio del Ministerio Cristiano …a lo largo de la calle… en la calle… y por la calle. No existe razón y explicación para esta dimensión carismática. Es no sólo un regalo sino una perentoria llamada de Dios para entrar en los cruces de las calles de la humanidad para compartir el amor de Dios con el ciego y cojo en el espíritu.

La fraternidad fue fundada en realidad precisamente alrededor de un núcleo de jóvenes «rotos» de la vida: drogadictos, alcohólicos, hippies y soñadores, familias separadas, homosexuales, ex presos, personas con discapacidad y los inmigrantes, escépticos y filósofos, ateos y anticlericales y enfermos mentales… pero sobretodo cristianos desmotivados, dormidos, decepcionados. Alrededor de este núcleo de la pobreza (hoy diríamos, con el Papa, Periferias) se desarrolla la génesis de nuestra fraternidad que se identifica con una iglesia esencialmente en salida y no en espera, que busca al hombre sin quedarse en espera.., sin «certificados de buena conducta» y con la única petición de compartir el sentido de la vida y de la fe con seriedad y honestidad humana y espiritual , compañeros de viaje, testigos más que predicadores, testigos de la alegría que sólo Cristo puede dar y nos ha dado.

 

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