Jueves de la II semana del tiempo de Adviento (año B)

Mateo 11, 11-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.

El que tenga oídos que oiga».

 

En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él«. » Juan el Bautista era un gran hombre y Jesús lo reconoce y esto queda escrito en el Evangelio para los hombres de todos los tiempos. Una vida de penitencia y de oración, el valor de la proclamación en las situaciones más difíciles hasta el martirio. No ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista y nunca nacerá , «aunque» hay otros hombres que son más grandes; el Autor bíblico hace la comparación tomando el ejemplo de los más pequeños de ellos, es decir, el que podría tener menos valor entre estos hombres, sin embargo, es mayor que Juan el Bautista: estos son los hombres que viven en el Reino de los cielos.

¿Pero quiénes son estos hombres? Ante todo aclaramos que los nacidos de las mujeres somos todos nosotros, así que Juan es grande para toda la humanidad. Sin embargo, en esta humanidad hay hombres que nacen de nuevo pero ya no como de una mujer sino “del espiritu”.

«En verdad te digo, que el que no nace otra vez, no puede ver el reino de Dios.» Él le dijo Nicodemo: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?» ¿puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?

Jesús le respondió: » En verdad te digo, que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu”, espíritu es” (Jn 3.3-6).

Esta es la novedad y la diferencia del adviento de Cristo: nacer de nuevo como una nueva criatura. Este «renacer» significa creerle, seguirle poniendo su Palabra en práctica, siguiendo su ejemplo y dejándose plasmar por el espíritu. Necesitamos mucha humildad porque el renacer significa volver a ser niños dispuestos a aprender de cero, a tener una nueva visión de las cosas, desde el punto de vista de Dios y no desde el mio.

Nacer de nuevo significa ante  todo morir al “hombre viejo” y resucitar como un hombre nuevo: » Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. (Col 3.1-3).

Estar ya en los nuevos tiempos, es decir, bajo la restauración realizada por Cristo a través de su muerte y resurrección, no significa que cada hombre vive ya bajo la luz del Reino de los Cielos. De hecho, el Evangelio de hoy así lo explica: » Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan » …. Estamos llamados a nacer de nuevo como gente nueva o en la iglesia seremos los violentos que quieren apoderarse del Reino de los Cielos, pero seguimos siendo hombres viejos, esclavos del pecado e instrumentos del mal.

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