Ermitorio y Plaza

 

EREMITORIO

El eremitorio sea un lugar solitario y silencioso lejos del ruido de lugares muy habitados. Siempre ha de tener una finca apropiada para el número de miembros que lo habitan, se crien animales de pasto y se cultive la tierra, alternando con el silencio, el recogimiento y la salmodia litúrgica, momentos de recreación, de sano gozo y fraterna alegría.
En el mismo Eremitorio pueden vivir, y es conveniente que siempre vivan, las dos realidades de la Fraternidad que tienen la obligación de vida en común: los Religiosos y los Oblatos, siempre y cuando los lugares destinados a su vivienda respeten la distancia canónica y el deseo de todos de mantener silencio y la íntima unión con el Señor.
Todos los actos litúrgicos sean comunes, también sean comunes la mesa y lugares de la fraternidad (excepto en la Cuaresma, en la que los religiosos llevarán una vida más silenciosa en la penitencia y el ayuno), con la salvedad de que, en todos los lugares erigidos canónicamente, exista un espacio reservado a la fraternidad que allí vive, considerado estrictamente privado (clausura), un salón y una pequeña capilla para los días de desierto personal y comunitario.

El Eremitorio, además de ser un desierto y silencioso es sobre todo un lugar privilegiado:
a) de oración (el mismo Eremitorio es oración) no sólo hecha de palabras, de gestos, de ritos, sino que sea una relación de amor entre Dios y el hombre, un puente entre el cielo y la tierra;

b) de escucha de la Palabra de Dios (ya el Eremitorio es Palabra de Dios): el Santo Evangelio, de manera especial, sea leído, meditado vivido. El Eremitorio, por lo tanto, puede ser definido como el símbolo de un camino interior y profundo de fe, por el cual también los miembros seglares pueden encontrar su Eremitorio en las ciudades o en los lugares ruidosos o dispersos, donde a menudo se ven obligados a vivir y trabajar.
Para los seglares, se recomienda, siempre que sea posible, acercarse a los lugares de vida común, donde además de descansar el espíritu y la mente, pueden vivir la experiencia única de la vida litúrgica y fraterna.
Todos los miembros: Seglares, Oblatos, pero sobre todo Religiosos, alternan como «Marta y María», el desierto y la vida activa, el Eremitorio y la Plaza. Esto ciertamente no será fácil para los seglares y por lo tanto, cada uno viva este equilibrio como mejor sea posible.

 

LA PLAZA

Inundados por el Amor infinito que el Señor les da en el desierto, los miembros de la Fraternidad periódicamente y por turno dejan el desierto, para recorrer incansablemente plazas y calles anunciando con fuerza a todas las personas la grandeza del amor de Dios, del que ellos mismos ya han experimentado, y Su ferviente deseo de salvarlos, evidenciando la importancia de la fraternidad, de la alegría y la acogida, que son prerrogativas irrenunciables de la Fraternidad Santa María de los Ángeles.

 

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